¿Cuándo es realmente una cuestión de error? ¿Cuándo podemos hablar de fracaso? ¿Por qué todos preferimos quedarnos en nuestra zona de confort cuando sabemos que no es productivo?
Hablamos de error cuando una situación -un hecho- no se corresponde con la norma, el estándar o la expectativa que se tiene de esa situación. O más claro y concreto: algo que no sale como debería, según tú o tus seres queridos. Esto puede ser debido a una circunstancia particular, una anomalía, o siguiendo uno de sus propios actos o gestos.
Son modelos viejos y gastados: nuestro ego demasiado grande o pequeño, la vergüenza o la angustia, la crítica y la culpa, con la consiguiente desaprobación. Pero una vez que nos relajamos y olvidamos nuestro miedo o prohibición de cometer errores, aumentamos nuestra felicidad en el trabajo y tenemos el espacio necesario para desarrollarnos.
5 razones por las que DEBES cometer errores
1. Los errores son inevitables
Lo son porque nuestra vida y nuestra sociedad son complejas. Todo está conectado. Estamos continuamente en modo acción/reacción. Los errores pueden provenir de detalles aparentemente inocuos.
2. Estar equivocado no es divertido, es verdad. Y entonces ?
Los errores generan emociones negativas, como la ansiedad y la vergüenza. Tiene sentido querer evitarlos. Si cometiste un gran error de cálculo en tu presupuesto para el próximo año, por ejemplo, y tu jefe lo señala, se desmorona. Te reprochas no haberlo recogido tú mismo. Sin embargo, todos sabemos que es precisamente fallando que aprendemos y mejoramos. Esta es de hecho la paradoja del error.
3. Los errores son relativos
Los errores son inevitables y, además, también son relativos. Un hecho que consideres un error puede serlo desde tu punto de vista, dependiendo de las expectativas que tenías al respecto, dependiendo de tu entorno social y/o de tu origen cultural.
4. Los errores son útiles
Si te das cuenta de que los errores son inevitables y relativos, has dado un primer paso en la dirección correcta, considerarlos además que tienen sentido, que son útiles. Steve Jobs, por ejemplo, el ex director ejecutivo de Apple, fue alguien que tuvo éxito. Equivocarse era para él la base del éxito. Jobs prefirió concentrarse en las cosas que sabía hacer bien y se regocijó con los laureles que recibió como resultado. Su éxito le dio, ciertamente después de su muerte, un aspecto casi divino. Y, sin embargo, cometió muchos de los errores que valoraba expresamente.
Ejemplo : En 2005, Steve Jobs dio un famoso discurso en la Universidad de Stanford (si aún no lo has visto, míralo, Puedes verlo AQUÍ realmente vale la pena). Habló brevemente de los éxitos de su vida, pero se detuvo más en sus experiencias de fracaso. Habiendo interrumpido su curso escolar a la mitad, había decidido aprender caligrafía, una disciplina perfectamente ‘inútil’. Pero diez años más tarde, pudo explotarlo al crear la primera computadora Macintosh, que no habría tenido su bonita tipografía si Jobs no hubiera sido un día un desertor escolar.
5. Los tabúes nunca son buenos
Vivimos en un mundo donde todo se paga y se justifica. El fracaso en estos días es cada vez más tabú. Es un pecado. Sin embargo, cometer errores abiertamente es esencial: así aprendemos, mejoramos, innovamos.
Para ilustrar este punto, aquí está el testimonio de un capacitador de la empresa: “Veo regularmente equipos que hacen todo lo posible para evitar o encubrir un error. Esto se observa incluso cuando se lidera un equipo. Por ejemplo, el gerente que preside una reunión importante le pregunta si tiene una opinión diferente. Luego ves la inquietud en los ojos de cada miembro. Casi puedes leer sus pensamientos: ‘Déjame en paz, no tengo nada que decir’. Lástima de todos modos… Es una oportunidad perdida para el equipo y para cada uno de sus individuos para profundizar la discusión. »
Por lo tanto, es útil cambiar la percepción de nuestros errores. Al quitar la tensión que sentimos sobre la perspectiva de cometer o no errores, al modificar la imagen que estos tienen en nuestra sociedad, el placer en el trabajo regresa, con un espacio para desarrollarse.