¿Cómo dejar de procrastinar en 5 minutos?

Aprender a dejar de procrastinar en 5 minutos y para siempre con solo leer este artículo es simplemente imposible. El ser humano es un poco más complejo que eso…

Así que, quienquiera que seas, lector, te pido perdón, porque voluntariamente te tendí esta trampa que olía a la solución milagrosa en la autogestión. 

Así que volvamos a la Tierra. Para dejar de procrastinar, que es un verdadero archivo de entrenamiento por derecho propio, la base del trabajo se puede resumir en una palabra: COMPRENDER.

¿Qué es la procrastinación?

Según la definición más precisa, la procrastinación es “una tendencia patológica a posponer, a posponer la acción hasta el día siguiente”.

Uh… patológica, no siempre, pero en cualquier caso una tendencia a procrastinar puede causarte al menos de forma temporal, o crónica, molestias en el trabajo, así como en tu vida personal.

Hablaremos aquí de la procrastinación como una “tendencia a”, y no necesariamente como una patología que te pone los alguaciles de espaldas, porque has aplazado el momento de pagar tus facturas hasta mañana, hasta el punto de no retorno…

Prefiero la definición de procrastinación que da Wikipedia: La procrastinación es una tendencia a posponer sistemáticamente acciones. 

Él [procrastinador] no consigue ponerse manos a la obra, especialmente cuando no le proporciona una satisfacción inmediata.

MIEDO: causa número uno de procrastinación

Podemos procrastinar, posponer hasta mañana o incluso pasado (o en una fecha indefinida, para el caso) una tarea con la que una parte de nosotros no se siente cómoda, posiblemente por varias razones: Algo que no es realmente urgente, miedo a al cambio, miedo a hacerlo mal, o miedo al fracaso, rotundo.

Hay algo en nosotros que también puede pensar que esta acción nos va a causar dolor (dolor, en el sentido de “dificultad”, no necesariamente “dolor-tristeza”).

En resumen, la procrastinación a menudo está relacionada con un MIEDO (¡boo!).

Aun así, el miedo es algo bueno.

Es la emoción que es capaz de inhibir nuestro pensamiento en un instante, para permitirnos huir del peligro o combatirlo con mayor fuerza.

El coaching profesional puede ayudar a acabar con la procrastinación, trabajando esta noción de MIEDO a través de escenarios, varios y variados experimentos, auto desafíos, reflexión, por supuesto, etc. La idea es, pues, aclarar y pensar en voz alta, qué nos está pasando en torno a esta emoción y en este caso concreto, entenderlo, comprobarlo, y así saber si realmente nos merece este miedo que nos crea todo este malestar y molestia…

Básicamente, le vamos a hacer cosquillas para ver qué tiene en el estómago, o si es solo una idea que tenemos de él y nos está molestando, equivocadamente.

En definitiva, todo un programa (y que, por tanto, no dura ni tres minutos.

¿Qué puedes postergar?

Podemos procrastinar un poco, de hecho. Todo el mundo tiene su procrastinación “favorita”. Por mi parte, mi procrastinación favorita, y que me ha acosado durante bastante tiempo, estaba más en el ámbito personal. Fue para “posponer mi posible pérdida de peso hasta más tarde”. Así que claro, como buen profesional del acompañamiento, me hice acompañar para este “problema”.

Por otro lado, lo hice cambiando radicalmente el método y la relación con mi ex-problema, que ya no lo es. Me explicaré.

Procrastinar por miedo al dolor

¿Nos contamos todo? Entonces, la primera razón de mi procrastinación crónica de la pérdida de peso es precisamente que tengo un santo horror a las dietas, a las que estaba acostumbrado desde el sexto grado, al menos, habiendo sido siempre «fuerte».

La privación que implican me estresa, tenía miedo de perderme algo, miedo de pasar hambre, lo cual era físicamente desagradable para mí, e inconcebible para aguantar por mucho tiempo.

De hecho, postergar una verdadera reeducación alimentaria estaba, para mí, ligado a los miedos.

Procrastinar por miedo a perder la propia identidad.

La segunda razón de esta procrastinación crónica siempre ha sido mi amor por la convivencia, el compartir y la alegría que puede brindar una buena comida con las personas que amamos. El gozoso y dulce consuelo del azúcar en momentos de estrés. En definitiva, mi hábito de “comida emocional”.

Mi identidad es profundamente epicúrea, y la función de “comer con alegría y placer” es uno de los pilares de mi vida. Además, me encanta cocinar, hornear, y complacer.

Siempre hay gente comiendo en casa, y yo siempre he conocido a La Tabla así.

Estar a dieta y en privaciones, por lo tanto, no está del todo bien con lo que soy, intrínsecamente, con mi identidad. 

Así que, por supuesto, no podría funcionar…

Y a fuerza de hacer dieta en forma de puñaladas en el agua que volvían todos los lunes, mi autoestima recibió un golpe. Así que en algún momento dije parar.

Procrastinar porque las metas que nos fijamos no son las correctas

Y la última razón de mi procrastinación crónica… y no menos importante: en realidad me siento bastante bien con mis zapatillas tal como estoy, con mis defectos físicos.

El deseo de perder peso realmente no me pertenecep, sino que era algo del orden de la conformidad social.

Una vez que esto se comprende, se integra y se entierra el hacha, esta tarea, o este conjunto de tareas relacionadas con la pérdida de peso, no es ni considerable ni urgente.

Pasar un buen rato en la mesa es una prioridad, ahora mismo.

Y aquí está: procrastinación incluida = ¡procrastinación que ya no es un problema! (sí, finalmente bueno, me tomó el tiempo de todos modos, eh).

Aquí explico cómo resolví el problema. Simplemente, suavicé mi relación con esta procrastinación al comprender sus causas.

Así que ya no tenía sentido. Cuidado, este camino puede no ser el tuyo. No existe una solución milagrosa, solo trabajo duro. Y cada caso es único.

Y a ti, ¿qué te gusta procrastinar?

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